22/12/08

DOMIINGO 28 DE DICIEMBRE DE 2008

La Sagrada Familia


28 DE DICIEMBRE DE 2008


OCTAVA DE NAVIDAD

LA SAGRADA FAMILIA



CANTAREMOS




ENTRADA: PERO MIRA COMO BEBEN




PERDÓN: NÚMERO 3 SEÑOR A VECES NO SOY




INTERLECCIONAL: CANTA ALELUYA AL SEÑOR




OFERTORIO: NÚMERO 16, CERCA DEL HOGAR




SANTO: NÚMERO 12, SANTO, SANTO




PAZ: NÚMERO 11, PAZ EN LA TIERRA




COMUNIÓN: EL TAMBORILERO




FINAL: CAMPANA SOBRE CAMPANA


Vuestra familia es vuestro refugio. Vuestra familia os protege y os anima. Compartís vuestra vida en vuestra familia: las alegrías, las penas, lo bueno y lo malo. La familia es vuestra primera escuela: aprendéis a caminar, a hablar, a querer, a respetar, a perdonar.


La familia de Jesús, La Sagrada Familia, celebración de este domingo, debe ser un ejemplo de unión y alegría para todos nosotros.


Cuidad siempre de los vuestros,

de vuestra familia,

y que vuestra familia

sea la semilla de amor

que podáis esparcir

a vuestro paso.










28/12/2008, Domingo Octava de Navidad. La Sagrada Familia




PRIMERA LECTURA



El que teme al Señor honra a sus padres



Lectura del libro del Eclesiástico 3, 2-6. 12-14




Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha.



Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.




Palabra de Dios.




Salmo responsorial



Sal 127, 1-2. 3. 4-5



R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R.



Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R.



Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. R.




SEGUNDA LECTURA



La vida de familia vivida en el Señor



Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3,12-21




Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.



El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.



Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.



Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.



Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.




Palabra de Dios.




EVANGELIO



El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría



Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 22-40




Presentación de Jesús en el Templo

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentado al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» . Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: - «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»


Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.


Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: - «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. y a ti, una espada te traspasará el alma.»


Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones.


Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.


Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Palabra del Señor.


Jesús iba creciendo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué quieres decirnos?