A veces por la noche cuando me duermo
-y a veces sin dormirme del todo-
sueño cosas extrañas que me asustan.
El conejo se vuelve monstruo fiero,
la luna barrigona me persigue,
parece que me caigo a un agujero,
y se borran las cosas que me gustan.
El helado me sabe a coliflor,
he perdido el cuaderno de deberes,
me pierdo en una calle que conozco,
los zapatos me pesan como el plomo,
la manta me dá mucho calor.
¡Qué tontos son los sueños-pesadillas
que embarullan y cambian los colores,
se equivocan de nombre y de persona
y se lían con las cosas sencillas!
Marisol Sánchez M.
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